Porque hoy quiero olvidar que alguna vez me pusiste el zapatito...

Lo siento cariño, hoy no seré tu cenicienta convertida en princesa. Que se vaya del baile a las doce tu abuelita, que está mayor, yo me voy después de las tres como mínimo que a las doce es cuando empiezo a cogerle gustillo al baile. ¿Zapatitos de cristal? Ésos que se los ponga tu tía que ya sé yo, desde que vi la lámpara de su recibidor, que le encanta el cristal…Y no te preocupes, no quiero la carroza convertida en calabaza como castigo por salir tarde del baile, prefiero usar transporte público o ir andando, antes que llegar a casa envuelta en perfume de calabaza… ya ves, prefiero oler a manzana… Y si después de todo esto tú no quieres bailar conmigo no te preocupes, no sé bailar asique mi desparrame de pasos arrítmicos lo haré sola… total, para pegarte pisotones, mejor no me sacas a bailar, ¿verdad?
Quizás yo nunca fui tu princesa, ni tú mi sapo venido a más…

otra vez tú...

Hoy el aire huele a ti, mi ropa, mis gestos, mi mirada, cada pestañeo…hoy todo te pertenece. No me preguntes por qué, sólo sé que te marchaste y te llevaste mi esencia contigo dejándome a mí tu recuerdo, tu ausencia. Hoy el aire huele a ti, todo lo que me rodea hace que te evoque y el silencio, ese silencio tan ensordecedor que dejaste, me recuerda que te has ido. Sí, hoy el aire huele a ti y en el verano que marca el calendario he inventado un nuevo invierno para ignorar el calor y meterme bajo la sábana, la manta y el edredón e intentar abrigarme el alma y protegerla de mi frío noviembre. ¡No puede ser! ¡Otra vez no! ¡Corriendo de nuevo al baño a meterme en la ducha! Abro el grifo y me lavo a conciencia con todos los jabones que encuentro cerca y es que hasta mi cama está contaminada porque hoy todo huele a ti y ya es la tercera vez en un día que cambiaré las sábanas.

Una (sólo una) de dos

Un día claro de junio, ahí empezó todo, las miradas, las sonrisas, tus celos... Conseguí sostener tú mirada en mis ojos, algo en ella me decía que quizás valía la pena, algo en ella me engañó. Me abrazaste y aguanté.
-¿Qué vas a hacer?- te dije
-¿Qué quieres que haga?- contestaste
-Es fácil, solo tienes dos opciones. Elige una… o me besas o me dejas huir de aquí, (de tu abrazo…) pero hagas lo que hagas hazlo pronto, antes de que me arrepienta de estar esperando que actúes en lugar de estar corriendo lejos, muy lejos… (donde no puedas encontrarme a mí, ni a la estela de mi recuerdo.)
Elegiste la primera y, por primera vez en mi vida, aguanté a tu lado durante meses... hasta que tú te cansaste de jugar con aquella muñequita nueva que encontraste perdida aquel claro día de junio. Lo peor es que nunca entendiste que sólo podías elegir una de dos y tú optaste por mantener la primera durante un tiempo y después lanzarme a la segunda...
¡Para una vez que no salí corriendo yo... tuve que tropezarme contigo!