Mi historia entre tus dedos.

Pincha aquí->Al principio...


Tengo que decirte algo… algo como que ya no me tiemblan las manos al escribirte. Que las mariposas de mi estómago dan tumbos borrachas de desilusión y no siento el cosquilleo de su revoloteo. Algo como que ya nada va a hacerme dudar. Que es imposible que me emocione por un abrazo malinterpretado. Que ya no sueño con librar batallas de piel contra piel a diario ni que mis sentimientos sean correspondidos. Quiero que sepas que ya ni me molestaría en intentar desnudarte de prejuicios y restregarte en la cara que mi edad, mi estatura o mi actitud me hacen pequeña sino potente por todo lo que tú no has visto ni verás de mí. Que he llegado a la conclusión de que somos dos puzles incompletos que no encajarían nunca, dos corazones que se repelen.


Tengo que decirte que lo siento porque en su momento quise abrirte en canal, arrancarte el corazón y sin hacer mucho ruido meterme en él para luego patearlo desde dentro y obligarte a empatizar, pero ahora me he dado cuenta de que es algo absolutamente absurdo. Porque el hecho de que sepas cómo me sentía tampoco podía obligarte a quererme, y a fin de cuentas, sólo espero que seas feliz con quien sea cuando te llegue el momento de lanzarte a la piscina. El camino no tiene emoción si al final no tienes a alguien deseoso de pararse contigo a descansar y a comentar el pateo.


Yo seguiré aquí, amándome con el corazón y siendo consciente de que merezco algo real, y no esta historia de hojalata con sus barcos de papel, tus migajas de cariño amistoso al detalle y mi confusión al por mayor.

PD.: eyy mira,
hay un pingüino feliz rodando por la alfombra
y riendo intentando atrapar una pelota de plastilina. =)


[La vida da vueltas... qué vueltas da la vida nuestra... Lo siento por el abandono! Han pasado muchas cosas... he tenido que dejar la Escuela de Actores...otro sueño roto en la mochila pero mi vida sigue y pretendo retomarlo algún día, esté donde esté.]

siempre sobrevive un poquito de hielo en el fondo de la nevera...

El otro día, no sé por qué, mientras hablaba con uno de mis mejores amigos, me paré a pensar y llegué a la conclusión de que estoy en permanente hibernación sensitiva. No sé cuánto tiempo hace que no me acarician colándose por mis poros, que no me susurran ni susurro al oído… he perdido la cuenta de las veces que he lavado mi ropa sin que mi olor se haya mezclado con ningún otro y tampoco tengo noción del tiempo que ha pasado desde que miré a alguien por última vez y me respondió con un beso que me gustara de verdad. Lo curioso es que si no me parase a pensar en ello ni siquiera lo echaría de menos. Supongo que es porque mi lado concupiscible nunca ha sido escandaloso y por ende siempre he dejado para después aquello de sentir cualquier cosa que no fuera amistad… Quizá por eso a veces me siento un cubito de hielo incapaz de corresponder a quien intenta currarse otro tipo de relación y por quien yo sólo profeso amistad. No es que me niegue a sentir otra cosa, es que no estoy acostumbrada y sólo despierto cuando aparece un “diferente”, de esos de los que no calo a la primera de cambio, de los que no intentan impresionar pero lo hacen sin querer, de los que despiertan mi curiosidad por su mundo, de los que son capaces de sosegar mi carácter sin llegar a ser condescendientes. Y he ahí mi problema. Cuando te encandilas de un chico distinto que sería capaz de derretirte el hielo y hacerte añorar cada caricia, cada abrazo y cada beso resulta que es algo imposible, improbable, inviable. En el hipotético caso de que tus sentimientos fueran correspondidos probablemente el experimento saldría mal (¡valiente intento!) y cualquier día de junio él se embarcaría en un viaje sin retorno, de esos de los de “volveré, te lo prometo y después nunca volvió”, y al final lo que parecía agüita de mayo en tu corazoncito valiente se convierte en un chaparrón de “agárrate y no te menees o tendremos que evacuar”. Si no te corresponde es lo mismo pero más directo… coges el corazón y cierras por derribo, así, directamente, sin tener que pasar por la fase experimental, lo cual es más complicado por depender exclusivamente de ti mismo. Ahora, hoy, yo me encuentro en ese punto indefinido. He colgado el cartel de cerrado e intento hacer mudanza pero mi corazón se resiste y cual bailador de folclore va “dos pasos pa´lante, dos pasos pa’trás”. De hecho nunca se había resistido tanto. Por eso intento quitarle hierro al asunto cuando me siento a hablar con él, le digo que una relación que nunca existió no puede significar nada pero no hay manera. No le apetece sentir nada por cualquier otra persona, se pone en pie de guerra cuando me acerco a otro chico, hace que me retumbe su nombre en la cabeza y su cuela en mi boca haciendo que me palpiten sus siete letras en los labios cuando tengo a otro chico a una distancia poco prudencial. Luego, cuando estoy sola le pido que sea objetivo y me ayude a pasar página, pero siempre me pide una tregua. Él también quiere hibernar, dice que no cree en los clavos que sacan a otros clavos y yo, que soy una cabezota razonable, acepto. Lo peor es que sé que me va a costar, que mi corazón permanecerá aletargado sintiendo simplemente amistad hasta que aparezca otro “diferente” que lo llene por lo menos la mitad de lo que lo llenaba el “diferente” anterior; y cuando ocurra apaga y vámonos porque se va a repetir la historia. Otra vez más. Mientras, me siento como en Laponia, inmersa en mi hibernación sensitiva y con el cartel de cerrado coronando mi corazón hermético a prueba de amigos que detestan esa palabra. Sin embargo sé que esto lo decidí yo y no me molesta en absoluto la situación… ya lo he dicho, si no me parase a pensar en ello, no echaría de menos ningún tipo de contacto sensual ni sexual porque prefiero seguir congelada que derretirme de mentira por cualquiera. Qué se le va a hacer si para actuar ya tengo las clases de interpretación.

punto final

¿Qué el orden de los factores no altera el producto?

Permíteme que discrepe…
no es lo mismo decir “te quiero pero…”
que decir “blablablá pero…te quiero”.
La primera opción siempre será más amarga,
por mucho que le eches azúcar…

Imagina que estás tumbado en la hierba de un parque donde ya no hay niños, ni perros, ni agobio… cierra los ojos un segundo y luego dime, ¿quién desearías que estuviera a tu lado? ¿Cuál es el primer nombre que te viene a la mente?

A mi mente viniste tú, pero fuiste tan volátil y tan tú que antes de que el reloj diera un pasito a golpe de tic ya no estabas y de pronto lo entendí todo. ¿Sabes por qué? Por una vez voy a ser totalmente sincera contigo, por una vez voy a romper la regla y dejar de medir las palabras, por una vez voy a hablarte con el corazón que ama y no con el que piensa y guarda sus sentimientos bajo llave. Antes de ti todas mis frases las conjugaba en pretérito imperfecto, vivía anclada en el pasado, en las relaciones que nunca habían salido bien. Hasta que llegaste y arrasaste de un plumazo todos mis “yo nunca volveré a sentir, creer, confiar…” Y poco a poco fui enredándome en tu pelo, sin querer, y cuando buscaba tus defectos para intentar alejarme y protegerme, entre ellos atisbaba pequeños detalles que te hacían tan único que me impedían “desquererte”... Con el tiempo descubrí que tú también eres un alma libre y a pesar de todo confiaba en que algún día conseguiría romper las distancias entre tu libertad y la mía. Pero hay distancias insalvables, ¿verdad?
Quizás porque lo que yo sentía no era mutuo, quizás porque la seguridad que yo sentía a tu lado era inversamente proporcional a la que tú sentías al mío, quizás porque me veías demasiado “pequeñita” o quizás porque mi 1.57 te quedó grande… Es hora de volver a sentir por ti sólo lo que tenía que haber sentido; es decir, puedes respirar tranquilo porque a partir de ahora te querré, pero como amigo.

cuando hablar puede suponer perder a un amigo...

Aquella noche Lucía se dio cuenta de que no podía seguir así, de que por más que lo intentase no lograría pasar página hasta que no le plantara cara pues sentía por el chico raro cosas que nunca había sentido. Todo ocurrió mientras bailaba ella sola en medio de la marea de gente, cómo siempre, sin nadie que atara sus pasos de pato mareado, al son de la salsa, sin parar de reír. Se le acercó un chico alto, moreno, de ojos negros y con las pestañas tan largas que rayaban las nubes. Ya lo conocía, hacía unas semanas, después de que los presentaran tiempo atrás y sin darle importancia, había rechazado la invitación a una cerveza y lo había dejado hablando solo. Y cuando, aquella noche, mientras ella bailaba, ese chico se le acercó de nuevo entre despistado y seductor, ella se dio cuenta de lo tonta que estaba siendo. A penas bastaron unas frases, un saludo intercambiado con aquel chico para ser consciente de todo. ¿Por qué se engañaba día tras día cuando lo veía a ÉL, al chico raro, y decía que era una bobería y pronto se le pasaría? ¿Por qué, si luego a la hora de la verdad no podía pensar en aceptar una invitación y un rato de tonteo con otro? Necesitaba hablar. Y, aunque le daba miedo que a lo peor él huyera y le diera de lado ante semejante verdad, estaba segura de que sería peor seguir engañándose a sí misma. Necesitaba pasar página, para bien o para mal... porque también estaba segura del rechazo inminente pero tocaba poner las fichas sobre la mesa y mover sin titubeos. Lo peor que podía pasar era perder a un amigo, lo mejor seguir compartiendo momentos sabiendo que a pesar de no ser correspondida, lo que sentía no se le pasaría de la noche a la mañana pero sí poco a poco, y así, algún día podría llegar a aceptar una cerveza del chico de la mirada oscura... y vivir un nuevo comienzo. 

Esta vez ella había decidido mover ficha y sabía a dónde quería llegar aunque todavía no tenía ni idea de qué movimiento haría, pero ya tenía la intención y ahora solo faltaba un pasito más... y luego...

Tú mueves, chaval.



"Y gritar. y gritar, y gritar.
Y cederle al coraje un lugar,
y ponerle nombre al miedo
y arrancarle un rayo al cielo...
ser feliz aunque pueda fallar"
Luis Fonsi – Gritar (click aquí para escuchar)

Tú arrebatador, yo arrebatada.

(click aquí, para leer al son de la canción: Monica Naranjo – Ahora, Ahora)
Anoche apareciste en mis sueños. Viniste de visita y se me terminó el café de tanto soñarte. ¿Sabes de qué iba la cosa? Entrabas en mi casa, en mi habitación, a oscuras, y en la penumbra de la noche adivinabas mi silueta en la cama y te tumbabas a mi lado revolviendo las sábanas y mis sentimientos. Buscabas mi mano y entrelazando tus dedos con los míos descubrías que por una vez mis manos de nieve eran pequeños incendios forestales que estallaban al contacto con tu piel. Y al mirarte me besabas con la mirada, esta vez movías ficha tú y te la jugabas lanzándote a mis labios sin miedos, ni inseguridad, ni dudas. Nos besábamos sin dejar de mirarnos, tú arrebatador, yo arrebatada. Luego me abrazabas y en un intento de fundir nuestros cuerpos nos desnudábamos el frío de la ropa, comprobando que el hielo se derrite con el sol. Después de mirar tu reflejo en mis pupilas y ver las luciérnagas que se instalan en mi mirada cuando te miro me acariciabas la cara y poco a poco tu mano se iba deslizando por mi cuello hasta alcanzar la clavícula y continuar hacia mi hombro para reemprender el vuelo hacia mi vientre y alcanzar mi ombligo. Luego estirabas tu brazo para rodearme y atraerme hacia ti, en tu empeño por fundirte conmigo. Y yo te abrazaba más y más fuerte para ayudarte a quemarme, enterrando las yemas de mis dedos en tu espalda. Entonces tú sentías mi aliento en tu pecho, agitado y sorprendido y yo sentía el tuyo en mi cuello, sosegado y seguro… Era un sueño tan bonito que parecía que venías a quedarte para agotar mis ganas de enredarme en tu cuerpo. Pero era eso, sólo un sueño, una quimera, nada más. Al despertarme mi mundo estaba cubierto de cenizas grises y tú, tan lejano como siempre, irradiabas indiferencia por cada poro de tu piel. 

[Vale, a ver si me explico, este texto va de una canción y lo que ella me inspira... 
Ayer en la escuela en que estudio se celebró el día mundial del teatro
y un grupo de alumnos de primero y tercero hicimos una actuación,
ideada y dirigida por un alumno de tercero
y el resultado fue el siguiente:
pd: yo estoy en una de las ventanas jugando a ser seducida por un chico estupendo =)]

Odio no ser valiente.

5 centímetros escasos, quizá menos. Tu ropa y la mía, nuestras respectivas mantitas y todo un abismo de sentimientos. Para ti no significo nada, para mí el invierno sabe frío y tu calor a primavera. Quiero acercarme, abrazarte y no soltarte pero no puedo, el frío hiela este sentimiento a la intemperie que se paraliza de miedo. [Idiota, niña quimérica, ¡despierta!] Silencio, mirada furtiva, sonrisa a contraluz. Y en mi cabeza una palabra:
c o b a r d e.
Que retumba y golpea.

"Cómo no pude darme cuenta
que hay ascensores prohibidos,
que hay pecados compartidos,
y que tú estabas tan cerca..."
♪♫

y que corra el aire...

Había tomado la determinación de ignorar su pequeño enñoñamiento, sin embargo Lucía no podía evitarlo y se sentía atrapada en una historia que no era ni historia. Y si lo veía y se quedaba atrapada en el vacío, mirándole de reojo, estaba perdida. Y se sentía vulnerable en su mirada y no podía disimular que esa situación le dolía hasta en la punta de sus dedos.
¿Y qué hacer cuando un sentimiento así no es mutuo? ¿Querer sola? ¿Olvidar en compañía?
Lucía no era la típica chica guapa, ni siquiera se consideraba guapa; ella no destacaba en medio de la multitud, al contrario… con frecuencias recibía pisotones, pobrecilla, era bajita y a veces no la veía nadie en medio de la marea de gente. Pero tenía algo que la hacía distinta y que por algún motivo atrapaba. Por eso aunque el chico raro la ignorara, ella sabía que estaba en su mano dar una oportunidad a otro chico. Y cuando pensaba en ello volvía a preguntarse ¿querer sola? ¿Olvidar en compañía?
Siempre había sido fiel a sí misma, ella no creía en aquello de “un clavo saca otro clavo”, no creía en los contratos de amar de hoy a mañana a alguien porque sí. Pero si el chico raro no la quería, ella sólo tenía esas dos opciones, querer sola u olvidar en compañía.
Y con la cantidad de chicos encantadores sueltos por el mundo y aunque le diera miedo, vértigo… era hora de subir las persianas y abrir la ventana del olvido.

[¡Ayer tuve mi primera clase abierta de interpretación!
Fue GENIAL.
Me gustaría detener el tiempo cada instante
en que rozo las nubes con las puntas de los dedos.]

retazos

¡Camarero!, póngame una canción de temporada y un café bien caliente para abrigar este invierno. ¡Ah!, y tenga cerca la fregona no sea que empiece a llover en el corazón de más de uno. El frío es lo que tiene.



"Ángeles-Marwan"

Normal es que cuando me miras la vida me da seis vueltas de campana.
Tú eres un beso sin rumbo y yo un corazón sin respuesta.
Y es que somos dos ángeles con sexo,
dos miedos paralelos.
(...)




[¡artista!]

sentimientos encontrados

El día que volvió a verle, Lucía comprendió que esa manera en que lo había echado de menos no era normal. Y aunque no quería enñoñarse porque hasta esa inocente palabra le sonaba demasiado grande sabía que sentía algo especial por pequeño que fuera. Sabía que el chico raro jamás se fijaría en ella, por eso tomó la determinación de hacer oídos sordos a sus sentimientos, si de ahí iba a nacer un sentimiento importante, ella prefería no asistir al parto. A pesar de que sabía que iba a costarle cada vez que miraba sus ojos, su sonrisa, sus manos… Y se alejaba aunque no quisiera. Y cuando sentía la necesidad imperiosa de abrazarlo se tragaba las ganas, se mordía el corazón y todos los sentimientos que se cruzaban en su estómago como si de cochitos locos se tratasen.

"Quiero que me mires y me veas de verdad,
quiero que susurres mi nombre con los ojos cerrados mientras sonríes,
quiero que me quieras,
quiero recorrer tu cuello con besos,
quiero contar hasta infinito enredándome en tu pelo,
quiero perderme y encontrarme en tus ojos,
quiero que me sobre la piel cuando reduzcamos el mundo a un abrazo…
quiero… quiero… quiero quererte...
Pero no debo, porque querer y doler van de la mano...al menos cuando se trata de mí".